Cierta vez le preguntaron a Jim Morrison -el genio poeta loco de los sesentas- cómo hacia para desplegar tal cantidad de energía en sus conciertos. Parece que la heroína no era la única explicación. Así respondió el buen Jim: "Antes de salir al escenario me tumbo en una cama con una mujer desnuda, pero no jodo con ella, sólo le olfateo el cuerpo. Luego salgo a cantar como un elefante excitado". (¿o fue Jagger quien lo dijo? ). No importa. los hechos son los hechos.
Los que saben de mujeres conocen del poder erotico de sus efluvios naturales. La nariz del amante experimentado buscará afanosamente las sienes, el cuello, las muñecas, las articulaciones de las rodillas y los lóbulos de las orejas, antes de llegar a las zonas erógenas propiamente dichas. La sutil sudoración de la piel de la hembra volverá loco al macho de turno, funcionando incluso como musa inspiradora de literatos y poetas. Ya lo decía Shakespeare: "cuando mi amada se desnuda, hasta la brisa se impregna de amor".
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