La tienda es pequeña y se encuentra en un callejón estrecho de la parte vieja de la ciudad. Puedes pasar por delante y no verla: una puerta de madera oscura, unos cristales que el tiempo ha vuelto opacos. Si entras te atenderá el señor Guillermo, divertido y jovial. Te pedirá algunos hilos rojos, o el olor de una tarde de tu infancia, o tu sueño de anteayer. Si llegáis a un acuerdo, mantén tu palabra. El te dejará buscar por la tienda, y llevarte lo que quieras; la sonrisa del hijo que perdiste, el beso de quien no te amó.
Jordi Cebrián
He copiado este bonito cuento del blog
Cien Palabras . Hace tiempo que visito este blog, el cual tiene sólo cuentos de cien palabras, ni una mas ni una menos.
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