La ceremonia de cambio de mando estaba por culminar. Todos sus esfuerzos bien habían valido la pena ¡Y de qué manera...! Se fijó en el semblante demacrado de Bush, su empequeñecida figura de político jubilado. No pudo reprimir una sonrisa. Ahora él, Obama, estaba listo para hablar sobre sus verdaderos planes: duplicaría la dotación militar en Irak; le taparía la boca a los iraníes; ocuparía Líbano y Afganistán; tomaría para sí el petroleo que le pertenecía; acabaría para siempre con el terrorismo demencial del islam. También intervendría en...
El ring del despertador le devolvió bruscamente a la vigilia. George se incorporó momentáneamente aturdido. Otra vez ese enigmático sueño, y sin embargo dulce, muy dulce... un dulce sueño que la castradora realidad le había arrebatado. Volvía a ser -¡Oh, cielos!- George Bush, con todas las limitaciones que ello implicaba...
martes, 10 de junio de 2008
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