El nuevo orden del Big Brother los estaba condenando al vacio de espíritu, pero él era rebelde. Rompía secretamente las reglas y se atrevía a bucear en los libros prohibidos, sin entender demaciado. Cansado de ser un monigote superficial decidió cambiar, y se dedicó de lleno a la introspección.
Estudió la dinámica y composición de sus emociones. Aprendió a manipular sus sentimientos; los digitalizó y sacó imágenes impresas de ellos. Puestos a la luz del entendimiento, sus circuitos interiores se liberaban. En poco tiempo, su espacio interior se había convertido en un objeto maleable a gusto del usuario.
Así, pronto descubrió que era un robot, y lloró.
martes, 22 de julio de 2008
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