martes, 26 de diciembre de 2006

Bailar salsa, gracia lejana




Bailar salsa, eso que saben hacer muchos peruanos. Yo no. Ritmo, cadencia, coordinación, picardía, conceptos ajenos a mi entendimiento, al menos el corporal. Una gracia lejana para mis torpes zarandeos. Creo que por eso me hice roquero; es que mi baile caótico, casi dawn, de monigote oxidado, solo podia encontrar espacio en ese ritmo musical.

Nunca pensé ingresar a un instituto de baile por temor a reprobar el curso. Pero esa chica no lo sabía; esa morena cunda, de abajo el puente, que me sacó a bailar aquella noche en el salsódromo, no lo sabía. Ahora ya lo sabe y nunca más se me acercará. Yo por mi parte no pienso volver a pisar ningún salsódromo.

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