Yo sólo estaba lavándome los dientes frente al espejo, sujeto al tedio del acto mecánico de fricción. Entonces ocurrió: giré levemente la ceja derecha y él repitió el mismo movimiento, pero lo hizo también con su ceja derecha. ¡Ah, qué gran descuido! Lo había descubierto sin disimulo posible. Se enojó muchisimo y abriendo su bocaza cariada me gritó: ¡Tú eres el impostor!
Heladas burbujas putrefactas dieron en mi frente. Mi alter ego sonreía torvamente.
viernes, 24 de octubre de 2008
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2 comentarios:
Ahora el reflejo. Una rebelión más.
Me gustó mucho tu blog. Pasaré a visitarte seguido. Saludos.
- Me encanta entrar a tu blog!!!!!, Ese espejo está tan loco que te atrapa. Bsos. Ade
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