viernes, 12 de septiembre de 2008

Un día insolito


Caminaba sin rumbo por los ambientes de su vivienda, sin saber que hacer ni donde ir. Se le ocurrió llamar a su hermano Victor que vivia en Canada, hacia mucho que no hablaba con él. Al escuchar su cálida voz se le agolparon muchos recuerdos infantiles. Fue a la terraza, donde descubrió hundido en un estante un libro que habia dejado hacía meses a medio leer. Las ideas de Chomsky refrescaron durante un buen rato sus neuronas embotadas. Una ráfaga de aire agitó las paginas del libro. Se acordó de algo y fue al sótano. Salió con su vieja cometa y correteó por el parque, mientras admiraba el barrilete multicolor que pedía cuerda y se desplegaba, fundiéndose con los matices anaranjados del sol. Sus rígidos músculos agradecieron el ejercicio.
Sin embargo, una inquietante sensación la había acompañado toda la tarde y crecia sin parar. Estaba ansioso, iracundo. Todo era culpa del estupido tecnico, incapaz de reparar el televisor averiado. Nunca debió permitir que un mequetrefe como ese alterara sus sanas costumbres, haciendolo vivir un dia tan extraño. Tomó el control remoto y apuntó otra vez al aparato, inútilmente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es horrible depender de algo que se puede descomponer.

ade dijo...

- No. no. me quedo con el libro y el barrilete de colores.Funcionan perfectamente sin ningun control remoto que los anime. Ade

Cristina dijo...

Me hace acordar a esa frase tan conocida. " el mal del hombre comenzó cuando decidió dejar su habitación". Debería leerse cuando dejó su TV. jaja!!
Muy bueno tu blog.