martes, 23 de septiembre de 2008

Amor perro


Llevaba 11 meses envuelto en la nostalgia, precisamente 11 meses sin Angelina. Para un observador objetivo, sus días se dirían clonados: se despertaba siempre a la misma hora, hacía siempre las mismas cosas en el mismo orden, era una sola la expresión de su rostro. Pero para Sócrates cada día era distinto, cada día era otro el matiz de su tristeza, eran otras los colores de su soledad, y veía a Angelina de distinta forma.

A veces era la esbelta muchacha de tacos y bluejeans; otras, la agazapada lectora de libros que no entendía; o la anacrónica dama del vestido rojo de bobos. La veía como si realmente ella fuera parte de...Pero, claro, Angelina ya no existía; sus ensoñaciones eran las de un amante desengañado, aunque no desprovistas de poesía, embeleso y de una especie de locura.

Aquella niña tan extraña, tan ajena al mundo, se había marchado sin despedirse, tal vez porque pertenecía a una novela de fantasía y debía volver a sus pagínas amarillentas.

Sin duda, se había marchado para siempre, al menos eso pensaba Socrates hasta un día en que la vio en el cruce de una esquina atestada de gente. Al encontrarse sus miradas, toda esa arquitectura de nostalgia se vino abajo implacablemente; jamás había visto Sócrates tanto silencio en una mirada, tanta sofisticada displicencia en una sonrisa impostada; hacía perfecto juego con el yuppie que la llevaba de una de sus manos. Mientras se marchaba por una callecita, aliviado de quimeras, Sócrates recordó unos versos que decían más o menos así:

" eras tantas cosas bellas / la fantasía del alba / la sombra de una estrella / el sueño de mis manos / ahora sólo tengo incertidumbre..."

2 comentarios:

Katherine R. Vasquez Tarazona dijo...

Ivanov, me agrada q seas un cruzagramas. Tienes estilo.

ade dijo...

- Para algunos el amor los sacrifica, los encierra, los acaba. Otros son des`rovistos de amor. ¿ que es amor?, me lo pregunto siempre, nadie me responde satisfactoriamente. Ade